
...Miro hacia abajo, hacia la calle, y siento vértigo. Luego miro hacia la noche, y el vértigo se acentúa. Intento desplegar las alas. Fue como si intentara mover las orejas; apenas logré un levísimo movimiento, producido sin duda por el desplazamiento de otros músculos de la espalda. Intento otra vez, inútilmente.
No sé desplegarlas. La vez anterior lo habían hecho solas, en forma automática, al ser precipitado en el vacío, ahora, cuando trato de hacerlo en forma voluntaria, no puedo...
Mario Levrero "París"
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